IKÚ LOBI OCHA: CONSTRUCCIÓN Y SIGNIFICADO DE LA MUERTE EN LA SANTERÍA CUBANA TRADICIONAL.


Actualmente podemos conoce como santería, bajo los siguientes sinónimos: regla de ocha, religión yoruba o religión lucumí, entre otros. Estos conceptos se enmarca a partir del siglo XVI y hasta el XIX cuando se introdujeron vía África, Europa  a América, un promedio de 40 millones de esclavos africanos capturados en distintos puntos geográficos de África occidental, como la Isla de Cabo Verde y el Puerto de Badagry.

Los principales “traficantes” de esclavos fueron holandeses, franceses, y portugueses; los españoles por su parte, compraban grandes cantidades de africanos para la distribuirlos en diversos territorios del Nuevo Continente, como Venezuela, Colombia, Cuba, Puerto Rico, entre otros, de la misma forma, otros colonizadores hicieron lo propio en países como Brasil, Haití, Jamaica y Trinidad, con el interés de someterlos a largas jornadas laborales en las haciendas, en las plantaciones de caña, algodón, tabaco entre otras actividades.

La tradición religiosa Yoruba gira alrededor de Oddua, concebido como el fundador de la nación que da pie a esta cultura. Las deidades conocidas como Orisas, Orishas, Orichas, pertenecen a la memoria de los ancestros, ya que cada Orisha estaba originalmente vinculado a una aldea o a una región en la Antigua África. Por citar algunos ejemplos tenemos que dentro del territorio yoruba se adoraba a Changó en Oyó, a Yemayá en Egba, a Oggún en Ekití y Oridó, a Ochún en Ijosa e Ijebu”.

Por su parte la mitología yoruba considera a los ancestros como fuentes de Ashé  (aché) que rigen jerárquicamente el cuerpo humano, iniciando por la cabeza a la cual reconocen como orí, fuente principal de conocimiento, cada parte del organismo está ligada a un elemento cósmico natural (aire, fuego, tierra, agua). El ser humano para los yoruba, está constituido por tres elementos, emí (espíritu), orí (pensamiento que emerge de la cabeza) y ará (cuerpo); el emí y el orí conviven dentro del ará separados, orí se representa como el aprendizaje conseguido durante la vida, el emí, es el diálogo interno, el que almacena recuerdos de otras vidas re-encarnadas.

En Cuba debido al yugo español, los yoruba “escondieron” sus deidades bajo las imágenes judeocristianas, naciendo así la llamada sincretización, quedando de la siguiente manera:

1.- Elegguá-Echú, considerado como el que abre y cierra los caminos, se fusionó con el Santo Niño de Atocha;

2.- Oggún, la deidad dueña de los metales y el monte se sincretizó con San Pedro Apóstol;

3.- Ochosi el Dios de la caza y la justicia, con San Norberto;

4.- Ozún deidad de los colores se fusionó con San Francisco;

5.- Changó el Dios del rayo, con Santa Bárbara Bendita;

6.- Ochún, la deidad femenina por excelencia que representa el río, se sincretizó con la Virgen del Cobre;

7.- Oyá, deidad femenina dueña de los cementerios, se fusionó con la Virgen de la Candelaria;

8.- Yemayá, deidad que representa el mar, con la Virgen de Regla;

9.- Obatalá, deidad dueño de los pensamientos y las acciones, se fusionó con la Virgen de las Mercedes;

10.-Orula, deidad que representa el conocimiento se sincretizó con San Francisco de Asís;

11.-  Olofí-Olorun-Olodumare, fueron representados bajo la trilogía judeocristiana: Dios padre, Dios hijo y Dios espíritu santo.


En Cuba cada Oricha es representado por un “fundamento” que contiene algunos atributos basados en elementos naturales, piedras, agua, hierbas, entre otros secretos, resguardados en envases de barro llamados “soperas” y a su vez son representados por collares conocidos como élekes o ilekes, estos varían en sus colores, dependiendo del orisha o santo a representar por ejemplo, Changó, rojo y blanco, Elegguá, rojo y negro y así sucesivamente.

El cuanto al culto a la muerte que es el tema principal del presente artículo, se representa de diversas formas, es decir, a través de la veneración a Ikú concebida simbólicamente como una deidad más en la religión y, el culto a los Eggún (antepasados difuntos), que se representa como una acción ritual material.

La vinculación entre deidades conocidas como Orishas y entidades como Ikú, forman parte de una compleja fusión ritual sostenida por mitos llamados odunes, los cuales tienen como objetivo anunciar los patakies o avatares que desembocan en las consultas oraculares y los sacrificios u ofrendas a deidades determinadas. La producción de lenguajes rituales en torno a la muerte, se hacen explícitos a partir de la construcción de significados temporales como la iniciación y sus procesos. La circulación ritual por su parte, inicia siempre con el culto a Eggún para posteriormente realizar ceremonias a deidades del panteón religioso yoruba.


Es relevante mencionar cómo la noción de muerte en la santería se construye a partir de múltiples etiquetas simbólicas y significativas, sobresaliendo dos imágenes tales como Ikú, en la representación clásica de la muerte y, Eggún, antepasados difuntos.


En este sentido, Ikú representa la muerte desde una forma concreta, es decir, lo que se conoce como el esqueleto clásico con sus atributos; mientras que Eggún, es el espíritu del muerto, del fallecido conocido, madre, padre, amigos, ancestros, entre otros, los que Ikú se ha llevado, los cuales adquieren suma importancia en los procesos rituales de la santería, ya sean estos circulares, mortuorios o de iniciación. Ambos se encuentran vinculados entre sí, mientras que Ikú mantiene las cosmovisiones populares al margen del fin de los ciclos, los Eggún hacen posible las conexiones entre Ikú y los humanos, una manera de establecer pactos a través del sacrificio.

Es importante señalar que el culto a la muerte dentro de la santería, proviene de las tribus yoruba de Nigeria, lugares en los cuales se le relacionaba al fin de los tiempos cósmicos, pero también a la mala fortuna en las cosechas agrícolas, las derrotas en guerras, el casamiento no establecido entre tribus enemigas, y las epidemias, por tanto, se realizaban ofrendas rituales de re-conocimiento para establecer ciertos lazos entre la muerte y los humanos. En Cuba, la idea de muerte evolucionó, relacionándose con otras entidades pertenecientes a panteones religiosos africanos tales como el palo monte en sus versiones kimbhisa, mayombe y brillumba, culto de origen congo que venera a los antepasados difuntos de una forma ortodoxa.

La santería no rinde un culto directo a la muerte, como si lo hace el Culto a la Santa Muerte por ejemplo, sino más bien, es parte de una circulación de símbolos que hacen más dinámicos los procesos rituales colectivos. Existen diversas metáforas que conducen a leyendas propias de la muerte, caracterizándola como una entidad que quitaba la vida a los humanos cortándoles la cabeza. Veamos un patakie narrado por un babalawo cubano:

“…cuando Olofí quería que su hija se casara, dio la noticia a todos los seres del mundo y, por tanto llegó a oídos de Ikú, quien se interesó, pero también Orumila, ambos decidieron ir dónde Olofí para preguntar qué es lo que deseaba para poder ganarse la mano de su hija, éste les dijo que todo aquel que trajera más cabezas sería quien desposaría a su hija. Ikú se fue directo al panteón y recogió todas las cabezas que pudo y como vio que eran muy pocas, salió a la calle a cortar cabezas, mientras que Orumila se fue hacer ebbó sacrificando una jicotea (tortuga), mientras la jicotea agonizaba Orumila caminaba y ésta sonaba como cascabel, Ikú quien venía unos metros atrás escuchó los cascabeles y se arrodilló pensando que era Oyá (Oricha relacionada con los muertos), Orumila aprovechó y robó el saco con las cabezas presentándolas a Olofí, cuando llegó el momento de la repartición, Orumila vio que muchas de las cabezas correspondían a sus hijos, por lo que pactó con Ikú argumentándole que todo aquel que llevara un idé (pulsera de color verde y amarillo) tendría que ser respetado, es así que Ikú y Orumila hicieron el pacto entre la vida y la muerte…


El muerto en la santería, es la energía vital que hace al santo, como se menciona en el tratado de Ikú Lobí Ocha, que significa, el muerto parió al santo. Los santeros y babalawos consideran a los Eggún como la primera fuerza ritual en la santería, visible en la producción de rituales cotidianos, siendo los muertos los primeros en ser atendidos ritualmente (rezos, cantos y ceremonias) y, también, ofrendados con diversas ceremonias (que incluyen sacrificios de animales: pollos, gallos, palomas, entre otros). ¿Por qué el muerto es jerárquicamente superior al santo? ¿Qué hace al muerto posicionarse en jerarquías mayores, si la muerte es considerada a la vez, como maldad, oscuridad, enfermedad, etc.? Esta noción de jerarquía entre el muerto y el santo, se puede entender como una forma de rendirle culto al cuerpo muerto a través de su espíritu, siendo este la consolidación existencial de la deidad, es decir, el santo nace a partir de la no existencia material.


El culto a Eggún es considerado al menos en Nigeria como un culto masculino a los ancestros, sin embargo en Cuba evolucionó de manera que las mujeres también participan, al menos que estén en su periodo menstrual. Existen diversas formas de “atender” a los Eggún, las mujeres por lo regular lo hacen a través del espiritismo, los hombres por su parte, ofrecen sacrificios al fundamento de Eggún. Según algunos babalawos cubanos, el culto a Eggún es exclusivamente de varones y, cuando se realizan ceremonias como darle “coco” en compañía de mujeres, estas tendrían que dar la espalda, en señal de pasar desapercibidas. Sin embargo, las mujeres también tendrían un culto ancestral a los muertos, llamado Gelede, en el cual le rinden tributo a una deidad conocida como Iyami Osoronga (gran madre bruja), Eleye (dueña de los pajaros), Iyamí (madre mía), Iyá Agba, Ajé, entre otros nombres agrupados en una misma entidad. Oshorosunga Eiye significa pájaro Oshorounga que es el culto a las madres ancestrales, es decir, a las mujeres mayores difuntas en diversos espacios de Nigeria, asociado a Yemayá, a Ochún, Oyá y Olókun.



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