EL PUEBLO YORUBA
El pueblo Yoruba, del cual hay en
la actualidad más de 25 millones de personas que pertenecen a esta Cultura de
la Antigüedad, situada geográficamente al sur occidente de Nigeria en Africa se
extiende hoy dia por todo el borde de Dahomey y se extiende hasta el mismo
Dahomey. Al este y al norte, la cultura Yoruba extiende sus límites hasta el río
Níger.
Al igual de importante que la
Cultura Yoruba lo fueron los ODUDUWA, EL REYNADO DE OYO, LOS ONI, ONDO Y OWO,
entre otros. Sin embargo la cultura directamente relacionada con los yorubas según
evidencias arqueológicas que hablan sobre una sociedad Proto-Yoruba, que
destacaron con altos niveles tecnológicos y artísticos y que además ya
manejaban el hierro lo fue la Cultura ODUDUWA. La teología yoruba por su parte,
menciona que la creación de la humanidad se origino en la Ciudad Estado llamada
Ile-Ife, donde ODUDUWA ceó la tierra firme del agua. Continua la teología explicando
que pasado el tiempo un numero desconocidos de habitantes de ODUDUWA, migraron
a la Ciudad Estado de Ile Ife.
Este señalamiento no solo es teológico,
ya que la historia y la antropología refieren que en un punto de la historia,
dos culturas africanas proveniente del occidente y del oriente se unieron para
crear una ciudad estadoEl pueblo Yoruba, del cual hay en la actualidad más de
25 millones de personas que pertenecen a esta Cultura de la Antigüedad, situada
geográficamente al sur occidente de Nigeria en Africa se extiende hoy dia por
todo el borde de Dahomey y se extiende hasta el mismo Dahomey. Al este y al
norte, la cultura Yoruba extiende sus límites hasta el río Níger.
Algunas teorías, basadas en
estudios culturales y religiosos señalan encontrar similitudes entre la cultura
egipcia y la encontrada en la ciudad estado de Ife. Estas teorías además señalan
que los
Yorubas son descendientes de los
ODUDUWA Provenientes de Egipto y que estos fundaron los primeros reinos. Y si
esto fuera poco, los Yorubas aun se denominan a sí mismos "Los hijos de
ODUDUWA.
ILE IFE, es reconocida como la
Ciudad Estado más importante de 25 reinos que destacaron en el contiene Africano
en el siglo primero después de Cristo, en el año 850. Es hasta el siglo XV
cuando exploradores portugueses descubrieron las ciudades Yoruba y sus reinos. Es
hasta el año de 1901 cuando Yorubaland es colonizada oficialmente por el
imperio británico, quienes establecen un sistema administrativo economico que mantiene
gran parte de la estructura de gobierno Yoruba.
Las ciudades Yoruba antiguas,
eran centros urbanos con granjas a su alrededor que se extendían por docenas de
millas o más. Oyo y Benin fueron fundadas por reyes de Ife o sus descendientes.
Benin obtuvo sus conocimientos rituales directamente de Ife, y el sistema
religioso de adivinación Ifa se expandió desde Ife no solo a través de todo el
territorio Yoruba, sino que alcanzó a todo el mundo. Un sistema de creencias
Yoruba común dominaba la región desde el Níger, moviéndose hacia el este hasta
el Golfo de Guinea en el sur.
No fue por accidente que la cultura Yoruba se expandiera a través del Atlántico hasta América. Ya que este fenómeno se debió al tráfico de esclavos de áfrica a Europa, para ser vendidos posteriormente en America.
No fue por accidente que la cultura Yoruba se expandiera a través del Atlántico hasta América. Ya que este fenómeno se debió al tráfico de esclavos de áfrica a Europa, para ser vendidos posteriormente en America.
Reinos o Estados.
Los reinos yoruba, constituidos
en los territorios habitados por las comunidades de esa etnia -al sur de la
actual Nigeria-, deben a ello su homogeneidad lingüística y cultural y el
reconocimiento de sus antepasados fundadores. El esplendor alcanzado por dos de
los reinos, Ife y Oyo, se extendió a las tradiciones de los demás reinos y
nubló sus propios orígenes.
Hay una cosmogonía basada en el
mito de Ife que ubica en la ciudad de Ile-Ife la creación de la Tierra y otra
que se levanta sobre el mito de Oyo y atribuye a una migración proveniente del
este los orígenes yoruba. Lo cierto es que la vida de estos reinos promovió la
difusión de instituciones y prácticas entre sus poblaciones y que la ejecución
satisfactoria de complejas funciones -agricultura extensiva, comercio de largas
distancias, sistemas de tributación, expansión militar, políticas ciudadanas-
fue posible por la existencia de estados bien provistos y debidamente
organizados.
Aunque cada rey aspiraba a dejar
a su sucesor un reino más extenso, una política tolerante favorecía un clima de
intercambio del cual salían culturalmente enriquecidas las comunidades
vencedoras y las asimiladas. Dicho intercambio explica, finalmente, la
heterogeneidad que se aprecia en la civilización yoruba. Una cultura cuya
unidad se realiza a través de la diferencia.
Vida económica.
Los estados yoruba tenían por lo
general dimensiones modestas. A veces abarcaban una sola ciudad y sus aldeas
vecinas. Es una excepción el reino de Oyo, que se extendió a vastos territorios
y adquirió status imperial en el siglo XVII. Lo común era una población
agrupada en asentamientos compactos en torno a la casa de los reyes y mayores
en un área rodeada por una muralla que fijaba sus límites. Tenían recursos provenientes
de la agricultura, de cierta actividad extractiva y de la artesanía. Concurrían
a mercados locales organizados en días alternos para contrarrestar la
competencia entre mercados vecinos. Pero artículos de lujo (oro que fluía a las
cortes en forma de tributo, marfil, piezas artísticas, nueces, y otros) eran el
objeto principal de un comercio de largas distancias, establecido, por ejemplo,
con los estados haussa, de las zonas orientales, cuyos beneficiarios directos
eran los estratos más ricos -los reyes y sus cortes, funcionarios, comerciantes
y profesionales-. En las comunidades más desarrolladas había esclavos -a causa
de crímenes y deudas- que trabajaban como servidores domésticos o como peones
agrícolas en las tierras comunales.
Entre los yoruba de las
sociedades tradicionales no se practicó el comercio de esclavos. Sin embargo,
la historiografía da cuenta de la existencia de un comercio de esclavos que
probablemente se inició en el siglo XV bajo el gobierno de los reyes de Benín
en los tiempos en que este reino había devenido un estado poderoso y
expansionista.
A partir del siglo XVI la trata de esclavos originó una migración forzosa hacia las Américas de las poblaciones africanas y de sus culturas. Un complejo de formas de pensamiento y de civilización de origen yoruba se desarrolló en Brasil, en Cuba y en otros pueblos de las Antillas.
A partir del siglo XVI la trata de esclavos originó una migración forzosa hacia las Américas de las poblaciones africanas y de sus culturas. Un complejo de formas de pensamiento y de civilización de origen yoruba se desarrolló en Brasil, en Cuba y en otros pueblos de las Antillas.
La cosmovisión.
Un antiguo mito, que revela cómo
se transponen al tiempo mítico las determinaciones del tiempo histórico, supone
que de Ife, ciudad sagrada, se dispersaron los nietos de Oduduwa -fundador
legendario- y que sus nombres dieron a su vez nombre y origen a la primera
generación de estados yoruba: Owu, Ketu, Benín, Illa, Sabe, Popo y Oyo.
La cosmogonía yoruba se basa en
la idea de una entidad superior, integrada por tres divinidades, Olofi,
Oloddumare y Olorun. La primera de ellas creó el mundo, que inicialmente sólo
estaba poblado por santos (orixás). Posteriormente repartió su poder (aché)
entre los orixás, que en adelante son los encargados de intervenir en los
asuntos humanos y de abogar por los hombres ante Olofi gracias a la mediación
del juez supremo o mensajero principal, Obbatalá.
Como en la mayoría de las lenguas
del Africa Negra, "el poder" se expresa entre los yoruba mediante una
palabra -aché-que significa "la fuerza", no en el sentido de
violencia sino en el de energía vital que engendra una polivalencia de fuerzas
y determina desde la integridad física y moral hasta la suerte.
En todas las creaciones
culturales del conjunto de sus pueblos está contenida la cosmovisión yoruba.
Propia de sociedades donde toda acción es realizada, interpretada y vivida como
parte de un todo ontológico orgánico -y no precisamente religioso-, esta
cosmología encierra la idea de que el orden de las fuerzas cósmicas puede ser
perturbado por acciones inmorales cuyo efecto es desequilibrante y perjudicial
para la humanidad, para la naturaleza y para sus autores.
La unidad entre naturaleza y
ética constituye en estas culturas una determinación cósmica y
consiguientemente un principio para el ejercicio del poder, una condición de su
aplicación benéfica. Los cuentos tradicionales de la cultura yoruba entrañan
generalmente el castigo para los gobernantes despóticos y para los irreverentes
con las fuerzas de la naturaleza.
Vida comunitaria.
La noción de fuerza está presente
además en el ideal que anima la vida de la comunidad y asimismo, la de cada uno
de sus individuos: "Defenderse de toda disminución de su ser, acrecentar
su salud, su forma física, la dimensión de sus campos, la magnitud de sus
rebaños, el número de sus hijos, de sus mujeres, de sus aldeas" (Ki-Zerbo,
1979). La comunidad tenía mucho valor en
las culturas tradicionales yoruba. Determinaba su concepción de la historia
-identificada con la vida del grupo en continuo cambio- y del tiempo -concebido
como el tiempo social, vivido por el grupo, que trasciende el tiempo de la
persona y que es, a la vez, la dimensión donde el hombre puede y debe entablar
incesantemente su lucha contra la decadencia y por el enriquecimiento de su
energía vital.
Los yoruba pensaban que a lo
largo de la historia vivida por el grupo se acumulaba un aché que se encarnaba
en objetos. En calidad de atributos de los orixás, estos objetos se trasmitían
desde los ancestros a las comunidades sucesivas a través de sus patriarcas o
reyes, intermediarios entre el mundo trascendental y el mundo visible. Aunque estaban encabezadas por
reyes, las comunidades eran dirigidas por consejos de gobierno en los cuales
entraban hombres de diversa condición y donde los ancianos gozaban de una
dignidad merecida. Las yoruba, como la mayoría de las comunidades tradicionales
africanas, eran sociedades de opinión pública, en las cuales la conducta de las
autoridades era vigilada, espiada, y las violaciones de los principios que
regían la vida comunitaria se denunciaban siempre mediante críticas y rumores
verbales persistentes, tan agobiantes que, a la larga, su autor se encontraba
en la obligación de explicarse o dimitir.
No debe olvidarse el lugar de las
mujeres, cuya autoridad era manifiesta en los límites de la comunidad.
La religión.
La religión de las sociedades
yorubas tradicionales se caracteriza por el culto a un dios superior y a un
conjunto de divinidades intermedias, cuya intervención y voluntad rige la vida
humana. Los orixás fueron ancestros que en vida acumularon un poder y un saber
sobre las fuerzas naturales y humanas en virtud del cual transitaron un día de
la condición de hombres a la de dioses. Cada uno personifica ciertas fuerzas de
la naturaleza y se asocia a un culto que obliga a los creyentes a ofrecer
alimentos, sacrificios y oraciones para aplacar sus iras y atraerse sus
favores.
La religión yoruba está ligada a
la noción de familia en el sentido de que cada culto engendra una hermandad
religiosa que se deriva justamente del orixá o antepasado común, la cual abarca
a los vivos y a los muertos y supera los vínculos de sangre. Los dioses yoruba recuerdan a los
del panteón helénico. Pero aquéllos, en la liturgia, se posesionan de los
fieles. En estado de posesión, el dios baila con sus adoradores en complaciente
camaradería y a veces habla, adivina, aconseja y profetiza. Entre los más
conocidos orixás se cuentan Eleggua -el dios que abre el camino y que en las
casas de África se coloca detrás de las puertas-; Oggún -inventor de la fragua,
dios de los minerales y las montañas-; Oxosi -dios de la caza-; Xangó -el Marte
de los yoruba, dios del fuego y de la guerra-; Oxún -la diosa del agua dulce,
del amor y de toda dulzura-; Iemanyá -la reina del mar-.
El arte yoruba.
El arte de las comunidades yoruba
más antiguas se distinguió por sus creaciones escultóricas, alfareras y
ceramistas. Sobresalen los bajorrelieves, las tallas en madera, y las máscaras
y cabezas humanas creadas con la técnica del "moldeado a la cera perdida",
celosamente conservada como herencia divina. Sin embargo, el lugar
preponderante en el arte yoruba lo tiene la música. Aunque como forma de arte
tiene una significación autónoma y profana, la música está indisolublemente
unida a los cultos religiosos y a la liturgia yoruba. Lo más característico es el
predominio de los tambores y especialmente la presencia de los tambores batá (familia),
una creación exclusiva del pueblo yoruba. Es una orquesta de tres tambores -Iyá (madre), Itótele y Okóngolo-
percutidos a la vez por tres tamboreros. Para los yoruba "los batás hablan
lengua" y cada uno de sus toques -sagrados (toques de batá) o no (toques
de bembé)- se inspiran en leyendas atribuidas a los orixás.
A la música de los batá se unen
coros y danzas litúrgicas. Los coros secundan a los tambores y las danzas son
ejecutadas por bailadores que imitan las fuerzas naturales y los poderes
atribuidos a los orixás. La integridad sonora y sinfónica
de los batá (sonoridad vegetal, por la madera de los tambores; animal,
por los cueros con que se sujetan y afinan; mineral, por el conjunto de
cascabeles y campanillas), unida a las voces humanas, obedece a un criterio
mágico por medio del cual los yoruba evocaban la integridad de las potencias
cósmicas.
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