IROKO
En la mayoría de las culturas antiguas, los hombres veneraron y respetaron el reino vegetal, para los yorubas esto no fue la excepción; algunos pueblos antiguos veneraron al árbol de la vida, otros más al ahuehuete y la mayoría a la ceiba como los aztecas, los mayas y en especial los yorubas.
Dentro de la cultura yoruba a la ceiba se le conoció con distintos nombres como lo fueron IROKO, ÁRBOL DE DIOS, ÁRBOL CASA DE DIOS, FUMBA entre otros.
La mitología yoruba nos dice que este árbol es sagrado y por lo mismo cuenta con una personalidad propia y única; equiparada con la Palma, de donde han surgido innumerables leyendas por el caribe. Pero como común denominador, La Ceiba es sumamente respetada, al grado que los que conocen su secreto se niegan a tocarla, cortarla e incluso a pisar su sombra, ya que en ella habitan los Egguns.
El orisha IROKO se asocia con la Ceiba, este orisha vive en la raíz de este árbol sagrado, es conocido como el orisha del caminante, pero también con los deseos buenos o malos, se recita a Obatala para poder consagrarlo. Para los yorubas, los orishas viven en el follaje de dicho árbol, por ello los orishas se veneran al pie de dichos árboles. En los antiguos pueblos yorubas se hacía una rogación de un año para poder tener hijos, una vez que se tengan, se le da de comer un carnero. Iroko también es considerado un camino de Obatala.
Este orisha tiene otros nombres como Aragbá e Iroké entre otros. Su color es el blanco y se le sincretiza con la Inmaculada Concepción. La pareja de Iroko se llama Abomán y su hermana es Ondó.
Antes de hacerle alguna ofrenda se le ata un paño rojo y posteriormente se le inmola gallinas, gallos, pato y guanajos, también se le pude consagrar toretes y ofrecérselos cono resguardo.
La literatura tambien refiere que la persona que siembre y cuida la Ceiba construye con ella una relación sólida y mística equivalente al matrimonio, donde se le atiende con ofrendas y oraciones. Siempre se debe de atender antes del medio día y después de esto de manera inmediata, en el caso de que se le haya prometido se le puede dar un tambor, sacrificarle animales, agua ardiente, puro, café y agua para fortalecerla en la medida en que fortalece a su dueño.
Hasta el día de hoy no hay datos que refieran que una tempestad o rayo haya afectado o caído en una ceiba y la explicación a ello se da porque en la copa de este árbol viven todos los orishas y si esto no bastara, este arbola también le pertenece a Olofi, Olorun, Oloddumare y de Obbatalá;
Específicamente hay una ofrenda muy sagrada para este orisha que consiste en sancocharle 16 huevos, hacerle una cruz con manteca de cacao en sus raíces, una vez esto se van colocando los huevos con sus cáscaras pidiéndole siempre lo mismo.
Iroko es la Purísima Concepción, en ella vive la virgen de las mercedes, de los Ararás y Yemmu.
En cuba existe una anécdota muy poca conocida que refiere que cuando Fidel Castro Ruz nació su nana lo llevo al pie de la Ceiba donde fue presentado a esta deidad con la finalidad que los orishas siempre estuvieran con Fidel alejando las enfermedades que pudiera parecer en vida y asegurarle una vida llena de triunfos. Otro dato nos dice que cuando FIDEL CASTRO RUZ, cumplió 82 años, por ejemplo, los babalaos replantaron en un parque de La Habana la ceiba, un árbol sagrado para ese culto, después de una madrugada de rituales que comenzaron a la misma hora en que nació Castro y que incluyeron la consagración de piedras y sacrificios de animales en el nicho donde se sembró luego el árbol.
En el medio electrónico CUBA DEBATE se publicó el día 9 de diciembre del año 20024 la siguiente nota:
“… En un parque del reparto Bahía, al este de La Habana, custodiada por jardineros, babalaos y santeros, se yergue una ceiba que hace más de ocho años santeros oficialistas “trabajaron” para que le diera larga vida a Fidel Castro. "...En un parque del reparto Bahía, al este de La Habana, custodiada por
Por entonces, hacía dos años que el Comandante, gravemente enfermo, se había visto obligado a traspasar el poder a su hermano, el general Raúl Castro.
La ceiba fue trasplantada en ese parque al amanecer del 13 de agosto de 2008, el día en que Fidel Castro cumplió los 82 años.
Era un martes, que, según aseguran los babalaos, por ser el día del Diablo es el idóneo para hacer trabajos de santería.
La ceiba, que tendría entonces aproximadamente la edad del Comandante, fue traída del patio de la casa de una madrina que había fallecido hacía poco, a muy avanzada edad, y que era famosa por sus poderes.
Antes que amaneciera, los babalaos sacrificaron y ofrendaron a los santos, en el mayor secreto y con solemnidad, varios gallos negros y una jicotea para que “recogiera todo lo malo”. Luego rociaron el tronco del árbol con la sangre de los animales.
Cuando salió el sol, trasladaron la ceiba consagrada al parque y la plantaron entre toques de tambores y cantos a Olodumare, que para los yorubas es el creador de todo y el dueño de los destinos. En aquella ceremonia participaron 50 babalaos, que antes de dar 16 vueltas al árbol, rogaron para que el Comandante se repusiera de su enfermedad y viviera tanto como la ceiba. La ceiba, que para los santeros es la reina de los palos sagrados, vive cientos de años. Fidel Castro duró hasta los 90. Murió el pasado 25 de noviembre. Y la ceiba de Bahía sigue en pie. Es probable que esté allí por mucho tiempo. No tanto porque los que ordenaron colocarla allí crean que pueda servir para eternizar al castrismo, sino porque se dice que los orishas castigan con severidad al que se atreve a derribar una ceiba. Y ya se sabe cuán supersticiosos somos los cubanos. Aunque no creamos demasiado en “esas cosas”, pero por si acaso…
Esa ceiba de Bahía siempre me ha recordado la que fue plantada por órdenes de Gerardo Machado en el Parque de la Fraternidad en 1928 y que todavía sigue allí. Bajo las raíces de esa ceiba enterraron una nganga que fue preparada, también un martes, por los más renombrados mayomberos y ganguleros que Machado pudo encontrar. Contenía huesos de locos y asesinos, tierra de cementerio ligada con tierras de 21 países de América y una piedra hallada en un lugar donde cayó un rayo. He escuchado a varios santeros asegurar que “aquel trabajo de brujería de Machado desgració a Cuba para siempre, la dejó maldita”. ¿Será la ceiba de Bahía el remate de aquel daño? ¿Seremos castigados por haber defraudado las expectativas desmesuradas del Comandante? ¿Se nos cerrarán los caminos a la libertad y el progreso? ¿Estaremos condenados a correr y no llegar?...”
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